LA LEYENDA DE LA ENCANTADA
La Leyenda de La Encantada, es un nombre genérico que hace referencia a un conjunto de tradiciones orales
y leyendas mitológicas narradas en numerosas localidades españolas.
En esta versión aparecen los elementos fundamentales: una joven bellísima, la maldición
(o encantamiento), un peine de oro y la Noche de San Juan.
Sin embargo, lo peculiar es que en esta historia,
se úne la leyenda con la realidad puesto que, efectivamente,
en la zona hay un castillo y otros cercanos y crecen "flores raras"
que no se pueden encontrar en otro lugar.
Conozcamos entonces la leyenda de La Encantada
de Villarobledo . . .
En la noche de los tiempos, una joven y bellísima princesa llamada Dulciades, hija del señor de un castillo,
es raptada por un príncipe malvado y depravado de nombre Draskolín, hijo de Hastrano,
el señor de otro castillo vecino.
El cruel príncipe para poder raptar a la bella Dulciades da muerte a su aya quien la cuidaba dese que era una niña. Pero el aya, antes de morir, pronuncia una maldición contra él; y con motivo de esa maldición el príncipe muere en una de sus frecuentes correrías.
Cuando el padre de Draskolín es informado de la desgraciada noticia, y enterado de que la muerte de su hijo había sido causada por la maldición del aya, culpa a la bella Dulciades y como castigo,
encierra a la princesa en una mazmorra de su castillo.
Su odio era tan grande que ordena a la bruja Nasanta que prepare un veneno para matar a la princesa.
Cuando se lo ha suministrado, se aparece el aya y empareda a la bruja, aunque no puede evitar que el brebaje ya tomado por Dulciades, haga parte de su efecto.
Pero contrario a lo que se esperaba, la posión, no surtirá el efecto esperado y sólo consigue que la princesa duerma en un estado letárgico hasta que, una vez al año cada Noche de San Juan, despierte.
Desde entonces se cuenta que esa noche aparece La Encantada, una delicada y bellísima joven de tez clara, peinando su larga y hermosa cabellera con un peine de oro, para regar y cuidar unas flores extrañas que sólo crecen allí, cerca del castillo.
Las gentes del lugar dicen que si la ves debes evitar mirarla a la cara pues si te mira fijamente a los ojos, quedarás para siempre encantad@ ocupando su lugar.
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