REFLEXIÓN
El marido llegó con su Padre y le dice: Papá, no aguanto más a mi esposa, quiero matarla, pero tengo miedo que me descubran!
Me puedes ayudar?
A lo que su Papá respondió: Claro que sí hijo, pero tendrás que hacer las paces con ella para que nadie desconfié de ti cuando ella muera.
Debes cuidar de ella muy bien, ser gentil, agradecido, paciente, cariñoso, menos egoísta, retribuir siempre, escuchar más..
Ves este frasco aquí? todos los días colocaras un poco de este polvo en su comida. Así de a pocos ella ira muriendo.
El marido llegó con su Padre y le dice: Papá, no aguanto más a mi esposa, quiero matarla, pero tengo miedo que me descubran!
Me puedes ayudar?
A lo que su Papá respondió: Claro que sí hijo, pero tendrás que hacer las paces con ella para que nadie desconfié de ti cuando ella muera.
Debes cuidar de ella muy bien, ser gentil, agradecido, paciente, cariñoso, menos egoísta, retribuir siempre, escuchar más..
Ves este frasco aquí? todos los días colocaras un poco de este polvo en su comida. Así de a pocos ella ira muriendo.
Pasados 30 días el hijo volvió y le dijo a su Padre:
No quiero más que muera!
Pase a amarla... y ahora? como hago para cortar el efecto del veneno?
El Padre entonces le respondió:
No te preocupes! Lo que yo te di fue polvo de arroz.
Ella no va a morir, pues el veneno estaba en ti!
Cuando alimentamos rencores, morimos de a pocos.
Es necesario que podamos hacer las paces con nosotros mismos y con quienes nos han ofendido.
Que podamos tratar a los otros como nos gustaría ser tratados.
Que podamos tener la iniciativa de amar, de dar, de entregarnos, de servir.. Y no sólo de querer ganar, de ser servidos, de sacar ventaja de explotar al otro.
No quiero más que muera!
Pase a amarla... y ahora? como hago para cortar el efecto del veneno?
El Padre entonces le respondió:
No te preocupes! Lo que yo te di fue polvo de arroz.
Ella no va a morir, pues el veneno estaba en ti!
Cuando alimentamos rencores, morimos de a pocos.
Es necesario que podamos hacer las paces con nosotros mismos y con quienes nos han ofendido.
Que podamos tratar a los otros como nos gustaría ser tratados.
Que podamos tener la iniciativa de amar, de dar, de entregarnos, de servir.. Y no sólo de querer ganar, de ser servidos, de sacar ventaja de explotar al otro.
Que el amor de Dios nos alcance todos los días, pues no sabemos si tendremos tiempo para purificarnos con ese valioso antídoto llamado perdón.
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